Estaba temprano en la mañana de un día normal, haciendo las
compras para la semana, cuando de pronto, un mareo poco común interrumpió su
caminar y la dejo a punto de desplomarse al suelo sin la más mínima posibilidad
de poder sujetarse de algún lado. Con las justas sólo atinó a ponerse en
cuclillas y esperó a que el mareo pasara.
En ese momento, vio aparecer a su esposo, que venía
lentamente, caminando hacia ella, balanceándose de atrás hacia adelante y
abriéndose paso en sus muletas. Lo llamó y rápidamente le contó lo sucedido.
Preocupados ambos, por el mareo inusual que ella había tenido, se fueron
rápidamente donde un médico para que pudiera examinarla y le diga a que se
debió ese malestar que insinuaba alguna rara enfermedad o simplemente algún
tipo de debilidad en ella.
Al llegar donde el médico, rápidamente la auscultaron y
mandaron a hacer análisis de todo tipo para poder tener una idea más cercana
del mal que la aquejaba.
Después de interminables minutos y horas, el médico se acercó
y le dijo al esposo: “Señor, su esposa está embarazada”. Ambos quedaron
consternados con la noticia. A pesar de estar hace tiempo esperando este
acontecimiento, la noticia los dejo helados y a la vez contentos. Por fin
llegaría el fruto de su amor que tanto habían estado esperando.
Así transcurrieron los meses, ella le hablaba a su retoño
que crecía día a día dentro de su vientre mientras él procuraba que nada falte
para cuando el niño o la niña llegara. Al cuarto mes, recibieron lo que tanto
habían temido, la niña, fruto de su amor, había heredado la misma enfermedad
del padre, y por esta razón tendría complicaciones desde su nacimiento.
La valiente madre, se llenó de coraje para hacer frente a
lo que vendría, y lucharía con todo y contra todo, para sacar adelante a su
pequeña, nada impediría que su niña, haga una vida normal, nada impediría que
su niña sea feliz. Aunque por dentro ella llevara una enorme angustia por
afrontar todo eso, pero nadie lo sabría.
Así llego el ansiado día. Se decidió que iba a nacer por
cesárea para impedir que sus frágiles huesos se rompan más por parto natural.
La madre aceptó sin chistar el sacrificio que ello significaba. Lo único que a ella le importaba era que su pequeña
este lo mejor posible.
Eran las tres de la tarde, hora de la coronilla, hora en
que se abren las puertas del cielo en el momento que la madre recibió a su
pequeña hija como si fuese un angelito recién bajado del cielo. Ni bien la vio,
supo que sería una niña feliz y que Dios le había dado el don de hacer feliz y
llenar de dulzura a quien la viera.
Desde ese día esa mujer que se hizo madre gracias a esa
hija, fruto de su amor, ha dedicado su vida a prodigarle amor, cuidados y mucho
cariño a ese pequeño angelito que Dios le encargó para cuidar.
Ese día, hace poco más de diez años, mi nacimiento te
convirtió en madre y para mí te convertiste en el ángel que me cuida en la
tierra por eso eres MI MADRE ESPECIAL.
En todas partes del mundo, día a día, minuto a minuto,
nacen bebés y las mujeres se convierten en madres y ángeles de la guarda de sus
pequeños. La madres llevan la misión de salvaguardar a sus hijos como lo hizo
nuestra Madre Santa María con Jesús Nuestro Señor, y para nosotros, los hijos,
nuestra madre, siempre será Una Madre Especial.
Feliz día a todas las Madres que para sus hijos siempre
serán Especiales.
Glesyta Perú
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