El Feto Malformado clama a sus padres para que no lo aborten


Señor Dios:
En este momento de aflicción por el cual estoy pasando, elevo mi pensamiento a ti. Estoy afligido porque, como sabéis, tendre que nacer con defectos en mi cuerpo físico y debido a la evolución tecnológica ellos seran notados y comentados a mis padres, quienes seran inducidos a expulsarme por la práctica del aborto.
¿Será que no saben aún que la malformación física parte del espíritu al cuerpo físico y de que el derecho a la vida es igual para todos, incluyéndonos a nosotros los fetos?
¿Por qué anticipar la muerte de seres vivos que ya tienen un cuerpo determinado por ti?¿Sera que quienes matan tienen el poder de dar la vida?
Señor:
Dicen que nos matan sin piedad; pero la piedad mayor está en tu ley que nos manda renacer en busca de la perfección. Tengo derecho a vivir, como otros tantos malformados que viven fuera del útero materno en este mundo terrenal.
¿Por qué tengo que ser sacrificado?
Se que ya existe vida en el momento de la fecundación, por tanto el huevo, el embrión, el feto, el recién nacido, el niño, el adulto son tan solo etapas de desarrollo de una misma existencia física.
¿Por qué no se muestra a la población aquel film verídico captado con la ultrasonografía en el momento del aborto provocado, cuando el feto huye del aspirador arrinconándose y abriendo su boquita como gritando: ¡Déjenme vivir!
Dios mio:
Perdona a los hombres que dan prioridad a la materia física y ofenden al espíritu y a ti.
Perdona a ellos, porque no saben lo que hacen.
No saben aún que necesitamos nacer con nuestras malformaciones para purificar nuestros espíritus y los de nuestros padres.
Padre:
Agradezco esta oportunidad de una nueva vida que me das en la materia para superar los defectos intrínsicos de mi espíritu.
Protege a mi Madre de los malos consejos.
No permitas que maten mi cuerpo físico antes del renacimiento. Preciso vivir el tiempo que me concediste.
¡Haced, Señor, que mis padres me amen de la forma que soy! ¡Creo en ti, creo en tu justicia!
¡Sea hecha tu voluntad! Así sea.
Roberto Di Gionani Vergara
Tocogonecologista